jueves, 24 de abril de 2014

Francisco I y los Divorciados

Francisco I, el Papa Valiente, autoriza a una Divorciada a Comulgar.
El Papa Francisco llamó por teléfono desde el Vaticano a casa de una mujer argentina divorciada y vuelta a casar, quién le había escrito una carta, y la autorizó a recibir el sacramento de la comunión.
Le dijo que es un tema que se está tocando en el Vaticano, porque el divorciado que comulga no está haciendo nada malo.
Ella escribió al Papa para confiarle que el sacerdote de su pueblo se había negado a dejarla participar de ese sacramento por su condición de divorciada en nueva unión.
Este Octubre se llevará a cabo un sínodo convocado por el Papa Francisco I donde se discutirán y analizarán las nuevas realidades familiares y el modo en que la iglesia debe encarar "con misericordia" esta pastoral específica.
Sin embargo, lo que pareciera ser un "aire de renovación espiritual" dentro de la Iglesia Católica ya fue "crucificado" por el Padre Federico Lombardi, vocero del Vaticano, a través de un comunicado negando que las posturas del Papa Francisco sean las mismas que las de la Iglesia Católica, restándole autoridad a su máximo jerarca, diciendo: "En el ámbito de las relaciones personales pastorales del papa Francisco ha habido diversas llamadas de teléfono. Como no se trata absolutamente de la actividad pública del papa, no hay que esperar informaciones o comentarios por parte de la Oficina de Prensa... hay que evitar deducir de esta circunstancia consecuencias relativas a la enseñanza de la Iglesia".
No sé ustedes pero para mi el Papa es el Papa, dormido o despierto, en el balcón de la Plaza de San Pedro o en la regadera, ya sea que esté dando una misa solemne pública o haciendo una llamada telefónica privada.
Francisco I, el Papa Valiente, me recuerda en este momento al Jesús que dice: "quién esté libre de pecado que tire la primera piedra."
Mientras que el Padre Federico Lombardi, y todos esos sacerdotes católicos escandalizados por las acciones "personales" del Papa Francisco, me recuerdan  a los fariseos que se rasgaban las vestiduras en público en señal de hipócrita indignación.
Sólo le pido a Dios que la Iglesia Católica, formada por nosotros los creyentes, aprendamos a aceptar el mensaje y no queramos, instigados por los "santos y bueno sacerdotes",  matar al mensajero... de nuevo.


Notas:

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